Estos Ejercicios espirituales tienen poco que ver con las piadosas yarduas meditaciones de Ignacio de Loyola, que no son sino un lejanoeco, muy deformado, de la antigua tradición. Y es que estas tareas del yo en relación con el propio yo, que aparecen ya en los primerosfilósofos griegos y que cobran enorme importancia en los diálogossocráticos y platónicos, en las Cartas de Epicuro o de Séneca, en lasMeditaciones de Marco Aurelio, en los tratados de Plotino o endeterminados autores modernos como Montaigne, Descartes, Kant,Michelet, Bergson, Friedmann o Foucault, pueden seguir practicándose.¿No sería entonces lo esencial de la filosofía ese constantecuestionamiento de nuestra relación con nosotros mismos, con el otro y con el mundo?