Desde siempre los Cleve han tenido la sana costumbre de rememorarjuntos de la historia familiar. Todos hablan de todo, pero nadie seatreve a recordar la tarde de verano en que el pequeño Robin aparecióahorcado de un árbol del patio trasero de la casa.
La sorpresa y el dolor han trastornado a la señora Cleve, que desdeentonces deambula como un fantasma por las habitaciones sucias,mientras el padre cura sus males en brazos de otras mujeres, y laabuela saca fuerzas de flaqueza para dominar tanta locura.
Harriet, la hermana menor de Robin, era un bebé cuando tuvo lugar elcrimen, y ahora es una niña de doce años con las rodillas llenas derasguños y el ánimo peleón de quien acaba de estrenarse en la vida. Es ella la única que parece preocuparse por saber el nombre del asesino, pero ¿será capaz de resolver un caso que la policía ya teníaarchivado?
Muy lejos de la sensiblería y muy cerca de la gran literatura en latradición de los mejores narradores del siglo XIX, Donna Tartt nosdevuelve al tiempo de nuestra infancia con Un juego de niños, unanovela tan hermosa como esas largas tardes de verano en que todos,alguna vez, hemos tenido miedo de crecer.