«Tengo 82 años. Soy mayor y pertenezco a esecolectivo llamado terceraedad, ancianos, abueloso viejos. Pero me siento joven, muy joven.
Muchas veces me he preguntado si es posible hacer feliz a losdemáscuando ya he cumplido unos años, si puedo tomarmela vida con vitalidad sin que me miren raro, si puedo ser útil alos demás, si es bueno serrealista y pensar en el futuro, y, sobretodo, si puedo sentirme jovensin hacer el ridículo. Al fi nal mehe dado cuenta de que la juventudes una cuestión de actitud».LEOPOLDO ABADÍAA través de historias vividas en primera personay con su inconfundible estilo y elegante sentidodel humor, Leopoldo Abadía, autor másjovenque los jóvenes, continúa haciéndonos sonreíren su papel depersona octogenariaque se enfrenta a un mundo demayores con lamentalidad frescay entusiasta de un chaval.
«Tengo 82 años. Soy mayor y pertenezco a esecolectivo llamado terceraedad, ancianos, abueloso viejos. Pero me siento joven, muy joven.
Muchas veces me he preguntado si es posible hacer feliz a losdemáscuando ya he cumplido unos años, si puedo tomarmela vida con vitalidad sin que me miren raro, si puedo ser útil alos demás, si es bueno serrealista y pensar en el futuro, y, sobretodo, si puedo sentirme jovensin hacer el ridículo. Al fi nal mehe dado cuenta de que la juventudes una cuestión de actitud».
LEOPOLDO ABADÍA
A través de historias vividas en primera personay con su inconfundible estilo y elegante sentidodel humor, Leopoldo Abadía, autor másjovenque los jóvenes, continúa haciéndonos sonreíren su papel depersona octogenariaque se enfrenta a un mundo demayores con lamentalidad frescay entusiasta de un chaval.