En La vida cotidiana del dibujante under¡ground, centrado en susandanzas en la efervescente Barcelona de la Transición, Nazario sereveló como un memorialista excepcional. Confirma sus dotes en estesegundo volumen de sus memorias, en el que aborda la etapainmediatamente anterior. Nos encontramos aquí con Na¡zario en su etapa de formación sexual y cultural, en el periodo que recorre los añossesenta y los inicios de los setenta del pasado siglo, antes deinstalarse en Barcelona. Y si en la entrega precedente esa ciudadacaparaba todo el protago¡nismo, aquí se reparte entre Sevilla,To¡rremolinos, Morón de la Frontera, Ibiza, Madrid, París, Londres...Estamos en un periodo no menos efervescente que el de Barcelona, perotodavía en pleno franquismo. Y en el sur de España todo es mucho másclandestino pero igualmente estimulante. El autor evoca una ava¡lancha de experiencias en las que se entremezclan el flamenco y el LSD, laco¡pla y el underground, progres, hippies, comunas gais (la Casita delas Pirañas del título), norteamericanos que quieren aprender a tocarla guitarra española, amigos del alma, novios, amantes ocasionales ypersonajes estrafalarios de lo más variopinto a los que trató enaquellos años de aprendizaje y desenfreno. Años en los que seindependiza gracias a su sueldo de profesor, asume su ho¡mosexualidad, descubre la alocada vida nocturna de Torremolinos, el mundillo gayclandestino de Sevilla y los aires de libertad de las ciudadeseuropeas, donde se ve envuelto en situaciones que van de un lancesadomasoquista en una elegante casa parisina a un encuentro sexual con un cura en el exterior de un teatro en el que se representa Aida,pasando por la detención por escándalo público en unos lavabos dePiccadilly.