Esta novela es la evocación de la representación del «Hamlet»shakespeariano por artistas ambulantes y gentes de un pueblo de lameseta en la inmediata postguerra, y la evocación, por parte delnarrador, de la figura de una de sus maestras, Carolina Donat, «unaseñorita maestra que iba a ser actriz y ha hecho de Ofelia en elteatro, y tiene además un Arlequín». Tiempos, vidas y teatro --unteatro que ya muchos piensan condenado por el cine-- se entrecruzan de forma magistral a lo largo de sus páginas.
Como señala en el prefacio la profesora Carmen Bobes, «el encanto deSe llamaba Carolina es el que tienen otros textos de su autor, comoRonda de noche o Agua de noria, donde la espontaneidad es la norma, apesar de que los motivos y la historia puedan ser terribles».