Pocos textos como el de esta tercera Intempestiva podrían iluminarmejor las raíces de la tarea que Nietzsche escogió como propia enfecha ya muy temprana. «¿Qué se le exige a un filósofo, en primera yúltima instancia? Superar en sí mismo su propio tiempo y volverseintempestivo. ¿Con qué ha de sostener su más dura batalla? Con aquello por lo cual, justamente, es hijo de su tiempo.»«Schopenhauer como educador» es, en efecto, un poderoso alegato contra la decadencia de la cultura y de la vida modernas y la perversiónacadémica de la filosofía. Pero precisamente por eso es también eldocumento deslumbrante de uno de los momentos de mayor fuerzainaugural de la larga confrontación nietzscheana con la tradiciónoccidental, esa tradición metafísica, moral y religiosa, la nuestra, a cuya genealogía histórica y psicológica dedicó el filósofo lo mejorde su obra.