La filosofía es un poco reacia con el teatro porque, para ella, laIdea latente del teatro no puede pretender más que a la particularidad genérica del arte, y no a la Gran Lección del maestro. El teatrosería la filosofía tomada por el desenfreno, la Idea en la subasta del sexo, lo inteligible en ropas de feria. De suerte que, desde elextremo filosófico (la Idea, lo inteligible), rivalizaría con elmaestro, y por el extremo desenfrenado (el sexo, la feria) seríacómplice del psicoanálisis.