Se invita al lector, por ejemplo, a escribir un desenlace graciosopara chistes tristes, a escribir su autorretrato rellenando los huecos de un texto, a inventar poemas sustituyendo algunas palabras, arellenar los bocadillos de un cómic o a vestir los desnudos de losmuseos... Fotos, grabados, cuadros, antiguos anuncios, tarjetaspostales aburridas... En esta amalgama un tanto alocada, Bruno Gibertse toma el perverso placer en darle la vuelta a todos los códigos yapela a la creatividad del niño para conseguir una vuelta de tuercamás.