En palabras de la autora: «Me han dicho que soy hombrista, que no es lo mismo que machista. Me interesan atormentados, con quiebres, fisuras, zonas de deliciosa debilidad por donde uno, si tiene suerte –o es lo suficientemente
zorra– puede filtrarse y nadar en las huidizas profundidades de sus cabezas
turbadas».