«El mundo tenía dientes y podía morderte en cualquier momento. Trissha McFarland lo descubrió cuando tenía nueve años. A las diez de unamañana de principios de junio estaba sentada en el asiento trasero del Dodge Caravan de su madre, vestida con una sudadera azul de los RedSox (la que llevaba 36 Gordon estampado en la espalda), y jugaba consu muñeca. A las diez y media se había perdido en el bosque. A lasonce intentaba contener su terror, no pensar: Esto va en serio, estova muy en serio. Intentaba no pensar que, en ocasiones, cuando lagente se perdía en el bosque salía gravemente dañada. A veces inclusomoría.» «Comienza con la inocencia, pasa por el valle de las sombrasde la muerte y termina con un guiño benévolo del autor.».El PaísSemanal
«El mundo tenía dientes y podía morderte en cualquier momento. Trissha McFarland lo descubrió cuando tenía nueve años. A las diez de unamañana de principios de junio estaba sentada en el asiento trasero del Dodge Caravan de su madre, vestida con una sudadera azul de los RedSox (la que llevaba 36 Gordon estampado en la espalda), y jugaba consu muñeca. A las diez y media se había perdido en el bosque. A lasonce intentaba contener su terror, no pensar: Esto va en serio, estova muy en serio. Intentaba no pensar que, en ocasiones, cuando lagente se perdía en el bosque salía gravemente dañada. A veces inclusomoría.» «Comienza con la inocencia, pasa por el valle de las sombrasde la muerte y termina con un guiño benévolo del autor.».El PaísSemanal