NACÍ en 1950. Me gano la vida como profesor de literatura. En 1972publiqué mi primer libro de poemas, Marineros perdidos en los puertos. Desde entonces he ido alternando creación y crítica. Cómo tratar ymaltratar a los poetas se titula una de mis periódicas revisiones dela actualidad literaria. ¿Qué puede decir de sus versos quien se haocupado con frecuencia y no demasiada benevolencia de los ajenos?Podría decir muchas cosas, pero nunca incurriré en la apología, nisiquiera en estas líneas promocionales. Los poemas han de defendersesolos. Al lector curioso me gustaría pedirle la cortesía de unos pocos minutos. Un libro de versos no necesita más para seducir, intrigar ovolver del revés alguna idea consabida. Si La aventura no lo consigue, debe dejarlo de inmediato en la mesa de novedades o en el anaquel dela biblioteca. E ir en busca de Borges o Virgilio, de Tu Fu o Pessoa,que son poetas que nunca defraudan. El poema -esas «pocas palabrasverdaderas» de que hablaba Antonio Machado, esa «fiesta de lainteligencia» a la que se refería Paul Valery- es un milagro queocurre muy de tarde en tarde. Mentiría si dijera que no estoy segurode que alguna vez haya ocurrido en estas páginas. J. L. G. M.