El eminente sinólogo francés Rolf Stein analizó por primera vez eneste libro los jardines en miniatura de un país fuertemente impregnado por la civilización china, Vietnam. Se trata de las vegetacionesempequeñecidas y colocadas en recipientes con agua que conocemos enOccidente a partir de la importación de técnicas japonesas de cuidadoy formación de ese tipo de árboles enanos denominados bonsáis. Si para nosotros y nuestra cultura se trata simplemente de una aficióndecorativa, de un gusto particular por la naturaleza domesticadamediante la jardinería, para la civilización china los árbolesnanificados, retorcidos y nudosos, están directamente relacionados con la religión y la filosofía taoísta que remonta a los primeros siglosde nuestra era. Evocan los ejercicios gimnásticos a través de loscuales el iniciado impone a su cuerpo deformaciones artificiales confinalidades místicas centradas en la inmortalidad.
La consecución en Oriente de una vegetación empequeñecida correspondemenos a la voluntad de recrear artificialmente paisajes y jardinesconocidos que a la inquietud por obtener una cierta eficiencia mágica. En efecto, en Vietnam la reproducción de un objeto natural adquieremás valor según se aleja de sus dimensiones reales pues este objeto se carga de un poder religioso difuso conforme va empequeñeciendo sumedida. Y es ahí, en un mundo en miniatura dentro de un recipientecerrado, que se aplica conceptualmente a la vida individual en elmedio taoísta. El iniciado se convierte en pequeño y desaparece en elinterior del jardín en miniatura en una especie de retiro que no esmás que un intento de reintegrarse a la naturaleza primitiva, elestado primordial del origen, el kouei-ken «retorno a la raíz», comoese estado de inconsciencia parecido al de las plantas o al de laprimera infancia.