La autora de Cómo vivir. Una vida con Montaigne vuelve con unapasionante retrato de una época y un lugar en los que la filosofía,la sensualidad y la rebeldía iban siempre de la mano.
París, 1933: tres amigos están reunidos tomando cócteles dealbaricoque en el bar Bec-de-Gaz, en la calle Montparnasse. Son tresjóvenes, Jean-Paul-Sartre, Simone de Beauvoir y Raymond Aron,compañero filósofo que les tienta con un nuevo marco conceptualaparecido en Berlín, la «fenomenología». «¿Sabéis? ?les dice? ísi eres fenomenólogo, puedes hablar de este cóctel y hacer filosofía conél!»
Esa sencilla frase puso en marcha un nuevo movimiento que inspiró aSartre a integrar la fenomenología con su propia sensibilidad francesa humanística, y crear un enfoque filosófico completamente nuevoinspirado en los temas de la libertad radical, el ser auténtico y elactivismo político. Ese movimiento arrasaría en los clubes de jazz ycafés de la Rive Gauche, y luego llegaría a todo el mundo,conociéndose como «existencialismo».
Si en Cómo vivir. Una vida con Montaigne Sarah Bakewell nos deleitócon un libro eminentemente filosófico, este es un libro de cortehistórico. Entretejiendo biografía y filosofía, es un relato épico deencuentros apasionados y una investigación vital sobre lo que tienenque ofrecernos los existencialistas hoy en día. Porque la historia del existencialismo es la historia misma de un siglo xx, y nuestro mundode libertades e igualdad y las instituciones que se erigieron tras elfin de la segunda guerra mundial, son fruto del debate de ideas quelos protagonistas del libro mantuvieron desde los años veinte hastalos sesenta, el periodo que comprende este libro.