Cyril Graham, un joven erudito y actor aficionado, está convencido deque detrás de las iniciales «W. H.» que figuran en la dedicatoria delos Sonetos de Shakespeare no se esconde, como la crítica daba porsupuesto, William Herbert, conde de Pembroke, sino un joven actor dela compañía del poeta, y de quién este al parecer se había enamorado,llamado Willie Hugues. Como prueba de su teoría, aporta un misteriosoretrato del joven Hugues con la mano posada sobre una edición de losSonetos, pero pronto se descubre que el cuadro es una falsificación,lo cual le empuja al suicidio.