Adolfo Bioy Casares, regido por relojes y medidas diferentes de losque existen en la vida cotidiana, confluyen de manera especialmenteintensa en Diario de la guerra del cerdo. Cuanto más conocida resultala geografía en la que se desarrolla la acción de esta fantasíapesimista, más irreales resuenan esos lugares, conductas y personajesa los que el autor ha revestido con la apariencia de la cotidianidad y la costumbre.