El punto de partida de la historia es Lark House, una casa de reposo. De todos los personajes pintorescos con los que nos cruzamos en este espacio, Alma Velasco es la protagonista de la novela. Una mujer que aprovecha su estancia para poner orden a su vida con la ayuda de su asistente Irina y de su nieto Seth. La historia traslada al lector desde la niñez de Alma, cuando sus padres que viven en Varsovia quieren alejar a su hija de la Segunda Guerra Mundial y deciden que su hija Alma se vaya a vivir a San Francisco con sus tíos, los Velasco.
Alma se encontrará en una maravillosa mansión, rodeada de cuidados, de amor y de la complicidad de su tío Isaac y de su primo Nathaniel. Isaac Belasco es todo un personaje. Un reconocido abogado de San Francisco al que se le valora por su profesionalidad, pero también por su entrega hacia los demás. Y así lo demuestra con la excelente relación que mantiene con la familia Fukuda, una familia japonesa que cuida de su jardín y con quien comparte sus momentos de ocio y meditación. A pesar de ser dos familias con culturas muy distintas, entre ambas se establecen unos potentes lazos de complicidad que se reforzarán aún más con la presencia del hijo de la familia Fukuda, Ichimei, que vivirá una intensa historia de amor con Alma. La fuerte amistad se verá truncada en el momento que los japoneses que viven en Estados Unidos se ven amenazados por el gobierno americano y son reclutados durante tres años en un campo de concentración en Utah. En esos años, Alma se convierte en una chica rebelde y es enviada a estudiar a Boston. Su carácter impetuoso y con inquietudes artísticas hace que su profesión derive hacia la pintura. Conforme el tiempo avanza, la familia Fukuda regresa a San Francisco; cada uno de ellos ha ido construyendo sus vidas, del mismo modo que lo ha hecho la familia Belasco. Alma e Ichimei retoman su relación. Una relación intensa que sobrepasa los límites del amor y que provoca que ambos tengan vidas paralelas y opten por la clandestinidad.